Educar en un mundo incierto
En el siglo XXI y como lo expresó en diferentes medios el sociólogo polaco Zygmunt Bauman, el sentimiento que predomina es lo que los alemanes llaman Unsicherheit, el cual, para traducirlo en español, se requiere de tres palabras: incertidumbre, inseguridad y vulnerabilidad.
Para este autor, en primer lugar, la certidumbre se relaciona con la confianza en las personas y en las instituciones, con la posibilidad de calcular los riesgos en que incurrimos y con el cumplimiento de las expectativas. Sin embargo, para hacer esto, se necesita de un entorno estable, y cuando este no es así, aparece la incertidumbre. En el caso de la vulnerabilidad, Bauman refiere el estado de inquietud constante de los individuos en cuanto a la falta de certezas sobre los vínculos que construye con otros que, solo por dar un ejemplo, en el caso de las relaciones de pareja o en las laborales, parece siempre estar pendiendo de un hilo. Por último, sobre la inseguridad, el autor ilustra cómo esta tiene lugar en el cuerpo, las posesiones, o el lugar que se habita y en otros espacios de la vida de los individuos.
Y no es que la incertidumbre sea un evento reciente, pero con los acontecimientos globales de los últimos tiempos ha sido mucho más vertiginosa. A esto se le ha denominado como realidad líquida, la cual no solo ha traído una sensación de angustia, sino también de libertad. Porque el que no todo sean certezas inamovibles abre la posibilidad a la pregunta, como motor del conocimiento.
¿Qué se puede aprender de la incertidumbre?
"Nos hemos educado aceptablemente bien en un sistema de certezas, pero nuestra educación para la incertidumbre es deficiente"
Edgar Morin
Para el licenciado en Ciencias de la Educación, Juan Carlos Tedesco, tradicionalmente la tarea educativa ha sido transmitir el patrimonio cultural y preparar a las personas para un determinado futuro. Entonces: “Si el patrimonio cultural carece de vigencia y el futuro es incierto, se erosionan los pilares fundamentales sobre los cuales se apoya la misión, las instituciones y los papeles de los actores del proceso pedagógico, tanto escolares como no escolares”.
Sin embargo, para este autor, entre menos posibilidades existan para pensar y actuar con visión de futuro, se torna mucho más necesario e importante que en distintas instancias de la sociedad se pueda introducir y considerar la idea del largo plazo, aunque no sea fácil, y para esto, vislumbra un camino fundamental, pues los retos del aprendizaje de hoy y para el futuro pasan por dos aspectos: en términos sociales y políticos, aprender a vivir juntos; y, en términos cognitivos, aprender a aprender. Es aquí donde entran algunos puntos que no se pueden dejar de lado en la tarea educativa: la responsabilidad y la solidaridad intergeneracional.
En este contexto, la incertidumbre que, en muchos casos se asocia a la inquietud, ansiedad y desorientación, también abre un mundo de posibilidades, como lo enuncia el filósofo colombiano Damián Pachón Soto, y estas tienen que ver con aprender a:
• Caminar sobre el abismo
• Tener los oídos bien abiertos al presente
• Ser más abiertos, atentos, menos facilistas
• Entender que la existencia es una estructura abierta, no fijada
La duda nos obliga a pensar, a escuchar, a sopesar, y esa es la vía con la que los humanos acertamos mejor. A veces una alta tolerancia a lo incierto nos permite vivir con más tranquilidad.
¿Qué tipo de sociedad queremos ser?
Cada generación, sin duda, creyó que debía cambiar el mundo. La mía sabe que ella no lo hará. Su tarea, sin embargo, tal vez sea más importante. Consiste en impedir que el mundo se destruya.
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