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Lo que se viene

Tramitar el trauma colectivo como sociedad

trauma
1. Choque o impresión emocional muy intensos causados por algún hecho o acontecimiento negativo que produce en el subconsciente de una persona una huella duradera que no puede o tarda en superar.


Conocemos de traumas por las huellas que en nosotros dejan: cicatrices, miedos, parálisis; los cuales aparecen, muchas veces, como un recuerdo persistente, que quizás no siempre es consciente, pero está ahí. Ahora, la mayoría de las veces, como individuos resulta más fácil reconocer aquellos aspectos que nos han generado ese estado, pero ¿y como sociedad?, ¿sabemos que existe el trauma social?


Psicólogos como Ignacio Martín Baró han hablado de cómo también hay daños que se produce en el cuerpo social, es decir, aquel al que pertenecen los individuos, y que se manifiesta en las relaciones interpersonales y en las comunidades; por ejemplo, cuando cada sujeto comienza a entender la vida social como un espacio de guerra, es decir, como un lugar en el que constantemente se está encasillando a las personas en las categorías de amigos (quienes simpatizan con la causa propia) y enemigos (quienes no están de acuerdo). Ahí empieza una grieta que, como lo menciona la Comisión de la Verdad, en el caso del conflicto armado colombiano, se refleja en una fractura de las redes sociales, de lo colectivo y no se piensa en un objetivo común que beneficie o que vaya en pro del interés general.


Este trauma social está asociado a otro concepto importante, la violencia social, la cual nace fuera de la subjetividad y afecta o desestructura la realidad de los sujetos, específicamente, se puede hablar de la guerra que pone a las personas en situaciones límite en donde el foco de toda la existencia está, en la mayoría de los casos, en sobrevivir.


Ahora bien, el trauma muchas veces puede transformarse, es decir, cuando las personas ponen toda su capacidad en superar su condición de vulnerabilidad y tienen un papel activo en la transformación de su vida. A esto se le ha llamado resiliencia y no se desarrolla sola, para que esta pueda surgir es importante que los sujetos puedan contar con vínculos sociales fuertes o redes sociales de apoyo; además es mucho más potente si estos han tenido acceso a la educación y desarrollado su inteligencia emocional.



Colombia: un trauma colectivo


Algunos autores mencionan el proceso de conquista y de colonia como eventos que dejaron un trauma social en Colombia; sin embargo, la mayoría se ha enfocado en estudiar procesos más recientes como La Violencia (1948) y el conflicto armado desatado en los años posteriores para hablar de este tema. En lo que coinciden esos momentos es que todos han contribuido a instalar las lógicas del amigo/enemigo y se creó un ethos social que desencadenó la herencia de odios y la concepción de que la violencia es la única alternativa a los conflictos y a las diferencias. Ahora bien, los años que sí fueron definitivos para este trauma son los que se ubican en las décadas de los 80 y de los 90, donde el miedo terminó de instaurarse en la población y se menoscabaron los lazos sociales y las percepciones de seguridad y de confianza. En estas épocas, entonces, comenzaron a aparecer los síntomas de la afectación colectiva como:


1. La apatía y la insensibilidad. Estos son rasgos que dan cuenta del trauma colectivo. La fractura social que persiste en la actualidad y en la que gran parte de la población se muestra indiferente frente a la otredad y a los sucesos que afectan a los demás, ya que se ocupa de sus intereses propios mientras desconoce a quien está en sufrimiento.


2. La desconfianza y la prevención. Más de cinco generaciones de colombianos vivieron en un entorno tensionante, en aquel ambiente enrarecido y de miedo que generaba la violencia, lo cual llevó a muchas personas a replegarse sobre sí mismas y a proteger a quienes tenían más cerca, es decir, a sus familiares. Una actitud que persiste y de la cual se da cuenta en las encuestas de cultura ciudadana y otras investigaciones en donde se muestra el bajo índice de confianza entre las personas frente a los demás y frente a las instituciones.


3. Desesperanza. Por último, otro de los aspectos en los que se manifiesta en Colombia el trauma social está relacionado con la falta de fe en el futuro: “no hay confianza en que se pueda tener un futuro distinto, en que la violencia acabe o en que las instituciones del Estado tengan la suficiente capacidad para garantizar la seguridad y la confianza”, como cuentan Sandra Milena Serrano Mora y Marieta Quintero Mejía.


Acciones terapéuticas sociales


Aunque en los últimos años se han creado espacios de diálogo y concertación que han permitido pensar en maneras de restaurar los vínculos y superar el trauma social, todavía son necesarias acciones que permitan hacer terapia colectiva y curar esas afectaciones de la violencia; sin desconocer que está aún persiste en las diversas regiones de Colombia.


Curar estas heridas no depende solo de propiciar consultas psicológicas para los individuos, sino en concebir e implementar estrategias que, desde lo colectivo, permitan reconocer el trauma y tramitarlo como sociedad. Es así como, algunos autores, teniendo en cuenta el contexto del país, han propuesto acciones concretas que pasan por:


1. Reconocer y escuchar las voces de las víctimas, de cómo han significado la violencia, pero también de cómo han tramitado el sufrimiento y las formas en las que se han organizado.


2. Utilizar los recursos artísticos y socioculturales que pueden ayudar a resignificar los traumas y generar otros lugares de comprensión de lo vivido.


3. Darle sitio a la imaginación, desde la cual se puedan formar otras nociones para recordar,

reparar y perdonar.


Pensar estas estrategias será clave para una sociedad como la colombiana pues, como lo afirma el socioterapeuta Charles Rojzman, tanto la violencia física como la simbólica inhiben la democracia y pueden servir de apoyo a regímenes autoritarios basados en el miedo. Así, para lograr todo esto es necesario crear espacios en que sean posibles los debates conflictivos y posibilitar un ambiente en el que los sujetos puedan ser actores y no solo espectadores de lo que sucede en la sociedad.


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