Pintar la libertad
Los muros son sinónimo de límites, incluso de lo que no se puede o es difícil de atravesar, no es como una ventana que divide pero que deja entrar la luz y permite soñar con lo que está fuera. El muro, en la mayoría de los casos habla y recuerda el encierro. Sin embargo, las paredes se pueden resignificar y convertir en esperanza, en un recordatorio de lo que más se desea, sobre todo, cuando el arte interviene.
Esto fue lo que pasó en las cárceles de Bellavista y Pedregal cuando, a través de la creación y la pintura, algunos muros grises e impersonales dejaron de serlo y se convirtieron en el lugar de expresión que permitió decir: ¡aquí estamos, esta es nuestra voz, esto queremos!
"El arte permite situaciones que otras ramas no, nos llevan a mundos espectaculares sin importar el lugar en el que nos encontremos, nos permite ver la sensibilidad del otro, de llegar a espacios y emociones difíciles de hallar"
Richard Correa Altamirano- Artista
Esta idea de resignificar los muros surgió de alianza de la Agencia para las Alianzas Público Privadas (APP) con la Fundación Casa Tres Patios, en el marco del proyecto Trazos de Libertad quienes se propusieron hacer unos murales que permitieran darle vida a los centros penitenciarios y donde los privados de libertad tuvieran un rol protagónico. Fue así como, en el mes de noviembre, los participantes de Trazos junto con algunos artistas de la ciudad de Medellín, muralistas y grafiteros, trabajaron de manera colaborativa en las ideas para plasmar en las paredes.
No se trató solo de coger un pincel o un aerosol, sino de entender cómo desde el arte se puede trabajar el fortalecimiento autoestima, la expresión de las emociones y fomentar el trabajo colaborativo para así incrementar el bienestar dentro del sistema penitenciario y mejorar la convivencia. Por eso, para hacer esto, desde el proyecto lo primero que se tuvo en cuenta fue darle voz a los internos para que expresaran aquello que quisieran plasmar.
Sabiduría, libertad y fortaleza
En la cárcel de Bellavista contaron con el acompañamiento del artista Richard Correa, en Pedregal, a las mujeres las acompañó Mónica Isabel Gaviria y Wesley Vélez Grisales estuvo pendiente del proceso con los hombres. Estos artistas promovieron la conversación y la lluvia de ideas con los privados de la libertad quienes, por ejemplo, empezaron a consolidar lo que querían a través de la bitácora que utilizan para practicar las técnicas artísticas aprendidas en Trazos de Libertad. Luego, por medio de la conversación, cada uno socializó sus ideas y, al final, con una votación, eligieron la que recogía los sentires de cada uno.
Fue así como en Bellavista lo más potente fue hablar de la libertad, por lo que el grafitero articuló este deseo, hizo un boceto, se lo mostró a los participantes quienes empezaron a pintar la pared luego de recibir un taller en el que se les indicó el proceso, cómo se manejaban los materiales: pinturas y aerosoles y cómo cada uno podría contribuir al resultado final: la representación de cómo sería el momento del reencuentro con sus familias, la salida de la cárcel, atravesar las rejas, y finalmente lo que necesitaban mientras esperan que todo eso pase: fe y resiliencia.
Para uno de los participantes del proyecto pintar el mural significó una forma de expresión donde se pueden plasmar ideas positivas, pues como afirma:
A las ideas no las pueden apresar, es decir, la mente la tenemos libre; este mural es importante dentro del centro penitenciario porque evidencia que también hay personas buenas que se interesan por el arte como expresión cultural, demostrando así que se puede usar el dibujo como parte de la resocialización.
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